Tierras altas. Capítulo 1. Llamada al camino.

       Has tomado este libro en manos. No preguntes mi nombre, porque no lo diría nada. No soy un ángel, ni un santo, sino tal hombre como tú eres, qué nació en el planeta Tierra, justamente en la mitad de siglo vigésimo, violento y contrastante, nació a la salida del sol, cuando él estaba en el medio de la constelación del Cáncer, y la luna, estando menguante, ella adelantaba le a dos constelaciones del zodiaco, y fue vista muy de mañana, cuando las aves en bosques no se despertaron todavía, lucía como la letra "C" en el cielo matutino.
        Ti invito en un viaje en un país de las más altas montañas, más alto que la estación de término, a dónde el autobús capaz de subir. Después irías a pie, estando solo.
        Hay leyes suyas en estas montañas. El mismo que está de pie más bajo, no puede ver aquél que está más alto, e incluso si él lo ve, a pesar de todo él no podría comprenderle.
        Creo que hay una cima que es la más alta de estas montañas y ella es más alta incluso que la Chomolungma, y esta fe atrae mí hacia arriba. Y cuanto más alto subo, más muchas bellezas se abren delante de mí, y esto consolida mi fe que estoy en el camino justo.
        Por lo tanto, miro con la compasión a la muchedumbre que se ha acumulado en la estación de término, por encima del cual el autobús no es capaz de subir. Ellos creen como si alcanzaran su objetivo y todo el resto sea hecho por alguien.
        Aquellos que han alcanzado esta estación de término, creen también que una casa existe en la más alta montaña, dónde ellos son aguardados siempre, pero como si no sea necesario a ir allí por sí mismo.
        Unos cuantos de ellos se esfuerzan de ponerse en este camino, pero con sólo que echar un vistazo a la muchedumbre y de una vez ellos pierden la seguridad en sí mismo.
        Aquellos que están de pie más bajo, no pueden comprender aquellos que se han atrevido de subir más alto, y ellos gritan: "¡te enfureces! ¡Allí hay un lugar peligroso! ¡Has cambiado de camino justo! ¡Tú caerás en el Desfiladero Hediondo! ¡Escucha a nosotros! Tenemos razón, porque hay muchos tales que nosotros".
        Y oyendo a ellos, y dando crédito a ellos, quien casi acaba de ponerse en camino, vuelve, agachando la cabeza, apagando la mirada y diciendo, como si fuera culpable: "Ello no está dentro mis posibilidades. Tengo mejor estar de pie aquí con todos ellos".
        Sin embargo, él tenía las fuerzas, pero les ha perdido. Creyendo, como si la mayoría fuera justo siempre, él ha perdido sus fuerzas.
        Por supuesto, esta muchedumbre traería la utilidad, si aumenta lo que se perdía en el Desfiladero Hediondo, a su nivel. El rescatado, gracias a ellos, haría un enorme paso adelante, uniéndose con ellos. Sin embargo, el que esforzaba de subir más arriba, haría un paso atrás, sin querer desgajarse del ambiente.
        Y SIN QUERER DESGAJARSE DEL AMBIENTE, NO ES POSIBLE SUBIR MÁS ARRIBA QUE ESTE AMBIENTE, DONDE TÚ TE HAS ENCONTRADO NO TANTO POR LAS VELEIDADES DE LA SUERTE, CUÁNTOS SIGUIENDO A TU PROPIA ELECCIÓN.
        No obstante, has tomado este libro en manos, y yo ti invito al viaje y no escondo que este viaje es peligroso.
        Y por lo tanto alza tu oración al Dios único en Qué tienes fe, y para que ni yo y ningún otro, sino sólo Él te guarde. Ten fe en Él, y Él no te abandonará, y no dejará perderte sobre el camino que fue prescrito por Él para ti.
        Porque si tú dices: ¿"para qué lo a mí"? Y quedas estar de pie aquí en nivel que has alcanzado, cuanto más restas aquí, más fuerte una tristeza ahogara a ti.
        Y no importa, cuál bien vital obtienes, ello te alegraría durante dos o tres meses, pero tú te acostumbrarías al poco tiempo y querrías algo más. Si obtienes algo más, y ello, alegrándote por resplandor lindo al poco tiempo, también se dispersará en polvo.
        Y UNA VEZ COMPRENDERÁS QUE PIERDES LO ESENCIAL.
        Notando que estás de pie en el mismo lugar, algunos huéspedes que no invitados, empezarán a visitarte en forma de las desgracias menudas y disgustos.
        Sin embargo, si tú continúas de hacer error, tus huéspedes que no invitados, volverán a ti, cada vez aumentándose de tamaños y tomando el aspecto cada vez más horroroso, y ellos no retrocederán. Ello continuará hasta que tú abandones tu error, hasta que veas todo el horror de tu elección equivocada.
        Dices que no lo puede ser. Que si es así, ello sería cruelmente e injustamente.
        No obstante, era necesario de despertarte. NACISTE PARA LA VIDA, PERO HAS ELEGIDO LA MUERTE. VIVES UNA VIDA INCOMPLETA, RESPIRAS, USANDO UNA RESPIRACIÓN INCOMPLETA, NO HAY NINGÚN ARDOR EN TU MIRADA.
        Y la muerte que has elegido, ella es comparable con un sueño profundo, y si más profundamente duermes, más fuerte actuará, Aquel que despierta.
        Una vez has hecho la elección falsa. Y cuanto más te obstinas, más claramente verás tu error.
PORQUE LA VIDA FUE DADA A TI PARA QUE APRENDAS LAS LECCIONES.
        Y tu error, tu lección que no fue aprendida, ella aparecerá delante de ti cada vez de más gran escala, y cada vez más siendo feo. Y... un día tú comprenderás todo.
        Pasando varios círculos de sufrimientos que crecen todo el tiempo, empezarás a buscar la salida y a forzar todas las puertas.
        Muchas puertas estarán cerradas, pero si buscarás con mucho afán, y tendrás que buscarla con mucho afán, una vez tú cogerás una puerta, qué estará abierta.
        Y entonces te acordarás de que llamaban a ti, pero no ibas. Y entonces comprenderás que perdías el tiempo en vano. ¿No es que sea mejor irte ahora?