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Friday, February 20, 2015

Tierras altas. Capítulo 2. El himno.

       Pero antes de ponerte en camino, ablanda tu corazón. Reza al Dios Único, en Él el que tú crees. Y no tengas miedo. Aunque el camino es peligroso, pero le Gran Guardián te guardará.
        Anima todos los almacenes de tu memoria. Busca allí todo que es agradable y querido para ti. Que tu alegría silenciosa se refuerce.
        Extrae de allí todo que es capaz de llevarte fuera del estado de la sequedad e indiferencia. Extrae lo hasta que las lágrimas, no las lágrimas de pena, sino de alegría, cuando ellas chispearán sobre tus ojos, reflejando la luz visible. Y lo significara que el Espíritu Santo se ha acercado a ti de la misma manera, como Él se acercaba al rey David. Lo significara que una canción ha empezado a sonar en tu alma. El mismo gran Himno que aquellos que son salvados cantan. El mismo gran Himno sin qué tú no puedes caminar. Y si caminas sin este himno, entonces no puedes hacer incluso un paso. Ello parecerá a ti como si fueras, pero sólo harás reír aquellos que están más arriba y que todavía no puedes comprender. Ellos verán que mueves con los pies, quedándose en el mismo lugar.
        Que hacerte oír este Himno, una oración es capaz. Que hacerte oír este Himno, una canción terrestre es capaz, aquella que es consonante a tu alma. Que hacerte oír este Himno, las voces de aves pueden, las cuales que a cual mejor glorifican Dios a su manera en un bosque primaveral de la mañana, cuando el verdor fresco acaba de venir en vez de la muerte blanca y fría y ha recordado sobre la vida eterna y sobre la indestructibilidad del propio "yo".
        Sabe que este gran Himno es un sonido de cuerdas de tu alma, sobre las cuales tú no adivinabas nunca e incluso si sentías algo, pero da lo mismo no podías explicarlo, y este Himno cesaba a causa de las miradas de reproche de la gente de tu ambiente. No obstante, aquellos que cantaban el Himno, no eran culpables en tu pérdida. E incluso no eran aquella gente que se burlaban de ti ni de hecho ni sólo en tu imaginación. Sin embargo, ti mismo has vuelto las espaldas de lo que es elevado y sacro. De lo único que es capaz de hacerte feliz.
        Y ahora es posible que a causa de la pérdida tu cuerpo enferma o tú darte a la bebida con el vino. O los otros aquellos que andan de juerga, estando en la parte inferior del Desfiladero Hediondo, ellos te llaman: "Baja a nosotros! Tenemos un remedio contra tristeza. Olvídate con nosotros junto". Y tú sigues tras ellos obedientemente, como un caballo que es llevado bajo las riendas, sumergiéndose cada vez más profundamente, para que conozcas todos los círculos del infierno, todos sus laberintos, porque estás en necesidad de quemarse, para que tú te despiertes y busques la salida.
        Pues sal ahora y busca lo que hiciera tocar las cuerdas de tu alma! Pedirías: ¿"Qué de buscar"? Sin embargo, ya yo daba los ejemplos, y hay mucho más de ejemplos que daba. Hay tanto de ellos, cuanto de la gente existía, existe y existirá. Porque con cada hombre las cuerdas del alma son acordadas a su acuerdo, único e irrepetible. Y por lo tanto busca lo hasta que la resonancia sea lograda, cuando las cuerdas de tu alma empezarán a temblar, cuando las lágrimas de alegría brillarán como los más puros diamantes sobre tus ojos, cuando el Espíritu Santo se acercará a ti y oirás el Himno que no es posible interpretar, usando la lengua humana, sino por otras lenguas que son desconocidas en el mundo, y aunque cada hombre puede hablarles, pero sólo aquellos que han subido suficiente en lo alto, pueden interpretarlo.
        Y si has oído este Himno, entonces has hecho el primer paso, aunque sólo un paso, pero importante, porque es el primero. Y ahora sabe: no puedes hacer incluso un paso en estas montañas altas, si tu alma calla.

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